Las vacunas pueden estar compuestas de bacterias o virus, ya sean vivos o debilitados, que han sido criados con tal fin. Las vacunas también pueden contener organismos inactivos o productos purificados provenientes de aquellos primeros.
Pero en general, estas que te mostramos son las vacunas más habituales:
- Triple vírica. Esta vacuna está aconsejada para tratar el Sarampión, la Rubeola o la Parotiditis.
- Hepatitis B. Está indicada para grupos de riesgo por contacto sexual, familiares de portadores, inmunodeprimidos o para aquellas personas que viajen a países exóticos.
- Varicela. Para tratar esta enfermedad contagiosa existe una vacuna. Actualmente, los niños apenas sufren varicela gracias a dicha vacuna.
- Tos Ferina. Se trata de una vacuna de bacilos completos inactivos, que se administra por vía intramuscular y está compuesta de tres dosis.
- Gripe. Existe una vacuna contra está enfermedad epidémica aguda.
- Tétanos. Esta vacuna tiene una dosis de recuerdo cada 10 años. Además, está contraindicada en el primer trimestre de embarazo.
- Difteria. Contraindicada durante el embarazo, también tiene fase de recuerdo a los 10 años.
- Polio. Hoy en día, existen dos tipos de vacunas, cuyas siglas son VPO y VPI (cuyas siglas son de lenguaje muy específico que se escapan al objetivo de este artículo).
- Hepatitis A. Se indica para personal sanitario, drogadictos, contactos familiares, manipulador de alimentos, promiscuidad sexual, hemofílicos, hepatópatas e instituciones cerradas.
- Neumococo. Se trata del agente patógeno de algunas pulmonías.
- Meningococo. Es el microorganismo causante de cierto tipo de meningitis
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